sábado, 13 de junio de 2015

Ese intenso deseo...

Era ya la hora, y se me había hecho tarde. La muestra se había extendido más de lo que pensaba. Apenas salí, lo ví. Estaba parado delante del Duomo. Me detuve un momento. Cómo me buscaba entre la gente, mientras controlaba su reloj. El viento enredaba mi pelo y los tacones me impidieron correr hacía él. Llegué por detrás, me estreché a su espalda y cubrí sus ojos con mis manos. Sentí cómo respiraba mi perfume. Se giró y por unos segundos me perdí en sus ojos. Nos besamos…, mordisquié su labio…, su lengua invadiendo mi boca, suave, tiernamente. El mundo se detuvo por unos instantes. Comenzó a llover; me tomó de la mano, entrelazando sus dedos a los míos, y fuimos hacia la Galería.

Eligió un antiguo bar, una mesa bastante apartada, un rincón íntimo. Antes de sentarnos lo escuché pedir: “Due cappuccini per piacere, grazie.” Nos ubicamos uno frente al otro. No dejaba de observarlo. Se había quitado la chaqueta, y tenía la camisa apenas abierta. Se veía tan sexy. Sentirlo tan cerca, tan él, erizaba mi piel. Me tomó de la mano y dejamos el café. Aún seguía lloviendo por lo que me dijo que tomaríamos un taxi, si bien su apartamento estaba cerca. Me gustaba el contacto de su mano, sus dedos entrelazados a los míos, y su pulgar acariciándome la palma.

Subimos al taxi y yo no podía dejar de observarlo…, miraba su boca, y mordía mi labio pensando en ella. En ese instante él me pasó su otra mano por la cabeza, acariciándome los cabellos aún mojados. Un escalofrío recorrió toda mi espalda. Entonces nos acercamos, atraídos como imanés, y no pude hacer a menos de besarlo. Suave, mi lengua jugó a buscar la suya…, despacio, sin dejar de mirarlo a los ojos, provocándolo. Apoyé mi mano en su pecho, haciendo como que bajaría por él; pero el taxi se detuvo delante de su portal y tuve que frenarme.


Entramos en el ascensor, y apenas inició a subir, me empujó delicadamente contra la pared del fondo. Una mano sobre mi nuca y su lengua invadiendo mi boca. Esta vez él tenía las riendas y yo no me resistía…, lo deseaba y él lo sabía. Llegamos al piso, él abrió la puerta conmigo pegada a su espalda. El apartamento estaba en penumbras pero aún así se percibía su buen gusto en la decoración; clásica pero exquisita. Me ayudó a quitarme el abrigo, encendió un par de velas y me ofreció algo de tomar. Mientras fue a preparar los tragos me acomodé en el sofá, quitándome las botas porque quería sentir con mis pies descalzos esa espectacular alfombra que hacía de reina en el salón. Al hacerlo mi piel se erizó…, imaginando lo que allí sucedería.
Volvió con los vasos, haciendo que el hielo tintineara en ellos. Me miró, comiéndome con los ojos. 

¿Tienes mucha sed? -pregunté mientras me humedecía los labios con el whisky. Apoyé el vaso en la mesita cercana, gesto que él imitó, tomando un cubo de hielo y acercándose provocadoramente… La noche apenas comenzaba...


4 comentarios:

  1. Vengo desde el blog de Dav y te aseguro que ese romanticismo de su texto se adentra en tu relato, convirtiéndose en algo más candente..., más pícaro, menos ingenuo.
    Me quedo con ambos textos de la misma moneda...
    Pendiente quedo de la siguiente parte, porque no puede quedarse esto así, como la miel en los labios...
    Besos de Pecado y mi enhorabuena por este proyecto, ya que es tan nuevo y en ello ha de haber ganas e ilusión; y mucho trabajo. Y felicidades por la colaboración.

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    1. Pues ¿qué decir? ...gracias! Y sí, nuevo proyecto, con mucho trabajo pero aún más ilusión y ganas, como has dicho. Y Dav... pues es Dav! ...ya pronto llegará esa continuación.

      A tus Besos de Pecado, devuelvo los míos ...Besos místicamente tentadores.

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  2. Me ha sorprendido mucho este dueto, me ha gustado la complementación de los relatos a dos bandas. Os felicito, vengo de leer a Dav y... ya ves qué grata sorpresa!!

    Mil besitos y felicidades por el ambiente creado.

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    1. A mí me da gusto que hayas llegado hasta aquí, y espero te quedes por aquí cuanto desees.

      Tentadores besos.

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